lunes, 17 de agosto de 2009

La letrada María Villanueva Ordóñez inicia nueva trayectoria al inaugurar en Oviedo su despacho profesional.

En una de las construcciones más emblemáticas de la ciudad de Oviedo, el edificio México, cuya proa apunta a la, hace años, remozada plaza de América, inauguró, con toda la ilusión del comienzo de una nueva etapa, su flamante despacho de abogado la letrada María Villanueva Ordóñez, quien, tras quince años trabajando en el bufete del prestigioso experto en Derecho Civil, José Ramón García Queipo y compartiendo tareas con José Antonio Rubio e Isabel Fernández, decidió liarse la manta a la cabeza, tirarse a la piscina, o, simplemente, independizarse y apostar por el hueco que hay en este mercado profesional en el doloroso, pero frecuente tema de divorcios y separaciones.

En una de las construcciones más emblemáticas de la ciudad de Oviedo, el edificio México, cuya proa apunta a la, hace años, remozada plaza de América, inauguró, con toda la ilusión del comienzo de una nueva etapa, su flamante despacho de abogado la letrada María Villanueva Ordóñez, quien, tras quince años trabajando en el bufete del prestigioso experto en Derecho Civil, José Ramón García Queipo y compartiendo tareas con José Antonio Rubio e Isabel Fernández, decidió liarse la manta a la cabeza, tirarse a la piscina, o, simplemente, independizarse y apostar por el hueco que hay en este mercado profesional en el doloroso, pero frecuente tema de divorcios y separaciones.
"Separación integral" me concretaba, mientras me mostraba una de las habitaciones, destinada a oficina para el secretario, "preferentemente" afirmaba, ilusionada e impecable con su dos piezas azul marino y botones plateados de Purificación García que combinaba en esa tarde -cocktail - inauguración con unas altas botas de Moschino. Sonrisas y saludos para amistades, familiares y compañeros que llenaban las piezas del flamante piso disfrutando de unos saladitos y unos pastelitos dulces traídos de la vecina confitería Auseva. Su familia, al completo quería estar presente en esa tarde tan especial: sus padres Maribel y Pipo; sus hermanos María José y Ramiro, éste con su esposa Marta Díaz; su marido, el topógrafo Julio Suárez y sus tíos: Tere, hermana gemela de su madre, Manolo y su esposa María Jesús Casado. También estuvieron gran parte de sus amigos, como José María Baltar y su esposa Merche Cué, matrimonio joven en edad, pero de larga trayectoria, poseyendo el antídoto contra el divorcio: veintitrés años juntos!; el profesor de natación de sus hijos y los de sus amigas, Jaime Santórum; otros amigos: Juan Gil; la maestra Begoña Malgor y su marido Arturo Arias, jefe de la torre de control del aeropuerto de Asturias; Ana Camporro, directora financiera de la Fundación ITMA; su asesora Carmen Manjón y como colegas y amistad, todo en uno: los abogados Eva Salgado y Miguel Suárez; los procuradores Rosa Gutiérrez y Juan Montes y el abogado Daniel Prieto, con quién coincidió en el anterior trabajo durante ocho años. El despacho de María, al final del pasillo es amplio, en tonos vino burdeos y blancos, con cristal y aluminio como materiales predominantes, luminoso, con vistas privilegiadas, un lugar perfecto para que los futuros clientes le confiesen sus deseos de comenzar, como ella, una nueva vida y lo hagan con la mirada dirigida, por la ubicación de la ventana a la espalda de María, al occidente, que según preceptos artísticos y religiosos, simboliza la muerte, el fin, el ocaso. Su anterior jefe , con el que aún sigue colaborando, el abogado García Queipo, resaltaba de ella, como cualidad, que: "Piensa lo normal". Y lo normal, en ocasiones, es necesitar ayuda para poder comenzar de nuevo

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